Las castañas son quizá el fruto del otoño por excelencia. Además de dar a la ciudades y pueblos esa estampa bucólica de la castañera, nos ofrecen multitud de beneficios al ser un fruto seco riquísimo y con un alto contenido en nutrientes. Es una delicia que da un aroma muy especial y que forma parte del recuerdo de nuestra infancia.
Las castañas se utilizan además de asadas, que es su variante más popular, tanto en preparaciones dulces como saladas, purés, puddings, compotas, ensaladas, etc
Lo que destaca por encima de todo es su alto contenido en hidratos de carbono. Pero no te preocupes por si te hacen engordar, las castañas tienen mucho menos contenido graso que otros frutos secos, aproximadamente 170 calorías por cada 100 gramos de producto.
Por otro lado, diversos estudios han demostrado que la castaña es un gran aliado en la lucha contra el colesterol. De hecho, las castañas son ricas en aceites omega 3 lo que significa que son un gran aporte de ‘colesterol del bueno’.
Además, este fruto aporta más sodio y potasio que ningún otro fruto seco. Así mismo, son ricas en vitamina B2, que ayuda en la regulación de la metabolización de las proteínas y las grasas.
Las castañas asadas son especialmente ricas en potasio que colabora en la regulación de la presión arterial por lo que resulta beneficioso para personas que padecen hipertensión. Ayuda a mantener una buena circulación y también a regular los fluidos corporales lo que ayuda a prevenir enfermedades reumáticas o artritis.
Es buena contra el estreñimiento!!
Su composición, rica en agua (entre un 50 y 60 %) y también en fibra, le confieren a la castaña la capacidad de aumentar el movimiento de nuestros intestinos y de aumentar el volumen fecal, de este modo, el tránsito intestinal vuelve a funcionar de la manera adecuada, eliminando el estreñimiento sin la ayuda de ningún fármaco.
23 noviembre 2016